AMÉRICA, FRANCIA, INGLATERRA, ESCOCIA, BÉLGICA… La conquista de Alemania
Pablo Sarasate conquista Europa y América gracias a la fascinación que ejerce sobre el público su violín: afinación perfecta, elegancia, virtuosismo no forzado y sobre todo un sonido límpido, puro y cristalino que impacta en los oyentes de un modo muy intenso.
La conquista es progresiva: después de Francia, América, y a continuación Inglaterra, Escocia, Bélgica, Países Bajos y… Alemania.
1876 es un año decisivo. Sarasate prueba fortuna en Alemania, el país que había acabado con el Segundo Imperio de Napoleón III. El primer asalto tiene lugar en la capital, Berlín, y Sarasate no sale bien parado… al menos, de los críticos: algunos le acusan, por ejemplo, de tocar “música de circo” y “una danza española, tan mala, que no es de cultura”. Sin embargo, al mes siguiente Sarasate actúa en la Gewandhaus de Leipzig interpretando la Sinfonía Española de Lalo y el Concertstück de Saint-Saëns: la situación cambia radicalmente. En Viena alcanza un éxito fabuloso. Después de Viena, vuelve a Alemania, donde sienta las bases de una relación devota y fiel que pervivirá durante décadas, hasta el día de su muerte.
La conquista de Alemania y Austria resulta decisiva en el futuro de Sarasate: consolida su creciente fama, le sirve para entablar estrechas relaciones con músicos e intérpretes relevantes y, además, en 1877 propicia un encuentro trascendental en su vida: conoce en Frankfurt a Otto Goldschmidt, pianista alemán que se convertiría en su acompañante habitual, además de secretario, agente y amigo personal.
Entre los músicos con los que se relaciona en Alemania destacan Max Bruch, que entabla una estrecha amistad con Sarasate y le dedica su Segundo Concierto para violín op. 44; Joachim Raff, quien también escribirá para él su Concierto para violín nº 2 Op. 206, y el gran violinista y pedagogo Leopold Auer, que le dedica su Rapsodia Húngara Op. 5. También los violinistas alemanes más importantes de la época, Joseph Joachim y August Wilhelmj, le dedicarán alguna de sus composiciones. Antonin Dvorak le dedicará su Mazurek Op. 49.
Gran Bretaña pasa a ser también destino anual de Sarasate. El compositor escocés Alexander C. Mackenzie le dedica algunas de sus obras: el Concierto para violín Op. 32 y la suite para violín y orquesta Pibroch Op. 42.